viernes, 1 de febrero de 2013

Pequeños grandes placeres


Ya es viernes y podemos hacer todas aquellas cosas que nos apetecen entre semana pero que tienen que esperar. Por fin ha llegado el momento, oooww yeaah.

Desayunar tarde y en la cama es un placer. Qué gusto poder tomarte el café mirando por la ventana y saborear esa luz tan especial de por la mañana que entre semana ni puedes apreciar. Hasta tendrás tiempo para sacar tu lado creativo con la espuma:





No tener que ducharte corriendo y escoger el conjunto la noche anterior porque a las 7am vas con un ojo abierto y otro cerrado y no serías capaz, el rosa y el rojo podrían parecerte el mismo tono. Y tu jefe puede dar gracias que no sales con un zapato de cada. El sábado puedes ponerte, al fin, tu look más casual.


Pero lo que más te gusta del fin de semana es poder ir plana y olvidarte de los stilettos (que por cierto te rozan en el dedo meñique y cada tarde cuando te los quitas te viene a la cabeza esa frase que tanto te repetía tu abuela:  "los zapatos siempre buenos que deforman los pies" Y tú piensas en tu cabeza: "cuando tenga la pasta para unos Louboutin, mientras tanto Zara es mi casa. La vida es dura para algunas. C´est la vie)".




Poder dar ese paseo en bici que tanto ansiabas en tu cubículo de oficina. Tu cuerpo necesita respirar aire libre.



De vuelta a casa decides comprar flores para llenar tu casa porque te llevas fijando en las casas que aparecen en las revistas y todas tienen flamantes ramos naturales en cada mesa. Y sabes que se trata de un pequeño detalle que marca la diferencia. (Te sientes un poco Sherlock por haber descubierto el secreto)



Tomar el aperitivo sosegadamente mientras ves cómo "Harry" (tu perro) trota por el jardín es otro de tus momentos más anhelados de lunes a viernes.


Quedar con amigos para comer en casa es la excusa perfecta para comprar lo mejor de lo mejor y sorprenderles a todos. La materia prima importa, lo dicen todos los grandes chefs.


Y de postre una tarta rica (¿o mejor hago bizcocho?) porque a nadie le amarga un dulce y a ti menos. Por fin podrás comer algo más que lechuga y pollo a la plancha (tu working-dieta).



Dar un paseo por la tarde y luego tomar un chocolate caliente para merendar en esa cafetería de la que tanto te han hablado y que parece ser que todo el mundo conoce (todos menos tú).




Visitar esa exposición con tu primo artista que acaba de llegar de Londres era un plan que tenías pendiente desde hace tiempo. Visitar museos y demás te hace sacar tu lado más freak y observar las obras con aire intelectual hace que te sientas hasta sexy. Al menos más que cuando estás venga a grapar hojas en el despacho con esa grapadora que está tan dura que tienes que poner cara a lo gorila, levantarte y poner todo tu peso sobre ella para que finalmente suelte la grapita. 


Una cena romántica es el mejor plan para acabar un día 10. Además, llevas tiempo con la idea en la cabeza porque hace bastante que no hacéis nada especial y todas tus amigas dicen que hay que conservar la ilusión y romper con la monotonía. Venga va, ¡¿qué me pongoo?! 


O también puedes hacer una escapadita e ir a la casa del campo. Te da pereza hacer las maletas pero luego te sientes como en Downton Abbey, sólo que sin criados.




O quedarte en el sofá y jugar a "el primero que se tenga que levantar pierde" y llevarte un vaso de agua, el móvil, algo para picar, Vogue, Elle y Telva y rezar para que no te entren ganas de ir al baño antes que él.





En fin, que disfrutéis del fin de semana y lo recordéis el lunes con una sonrisa. Porque el hombre vive de recuerdos y la vida son momentos.

Un abrazo

4 comentarios:

  1. Qué bonito el post! Me ha encantado :)
    Besitos!

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  2. Ha sido un placer leer esta entrada. Un recorrido intimista de la vida cotidiana con toques dulces y de buen humor que invitan a sonreir.
    Besos,
    Consuelo

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